miércoles, 29 de mayo de 2013

Maduremos!

Madurar es ver tus fotos antiguas y empezar a creer en la evolución; es darte cuenta que no lo sabes todo en la vida, que aún falta mucho por aprender; es reconocer tus errores pasados, al margen que los corrijas o no; y sobre todo es darse cuenta de que la vida es un misterio, en vez de verse a uno mismo como un problema a resolver.

Johanna es una vieja amiga de colegio, con la cual compartí una gran etapa de mi vida: Mi adolescencia. No solemos vernos muchos por nuestras “ocupadas” vidas. Por ello me sorprendió su llamada un día. Hacía tiempo que no hablábamos tanto por teléfono. Antes solíamos hacerlo de madrugada hasta que mi madre empezó a molestarse por quedarme conversando hasta tan altas horas de la madrugada.

El día que nos vimos fue porque ella había decidido faltar a clases. Siempre portadora de una postura imponente y buen gusto para vestirse me dio una sorpresa al vernos darme el encuentro en la puerta de mi casa. “Wao” fue mi pensamiento al verla. Había cambiado físicamente y no era para menos dedicarle ese “Wao”. La agenda del día ya estaba hecha por parte de ella así que solo tuve que apegarme a ello. Horas más tarde y después de un refresh sobre los últimos acontecimientos de nuestras vidas y de la promoción, nos sentamos en un tranquilo y espacioso parque cerca de donde estudio, el cual ignoraba de su existencia hasta hace un par de días.

El tema en ese momento fue la madurez. Ella estaba segura de haber cambiado, de haber madurado, pero a la fuerza. Empezamos a recordar las cosas que hacíamos en el colegio y honestamente yo era un idiota más, aunque muy asolapado, que hablaba, escribía y actuaba como un chico cuya madre lo hubiera dejado caer de pequeño, osea era un “Amixer”. “Patético” fue mi pensamiento en ese momento. Aunque el reconocer lo que había hecho y no hacerlo más era saludable para mi mente.

Reía con cada comentario y expresión de aborrecimiento que hacia Johanna al recordar aquellos tiempos. Sin embargo, aun existen personas que a pesar de tener 30 años, continúan hablando, escribiendo y actuando como un adolescente y eso, citando a Johanna, “es una atrocidad”. Toco madera para no llegar a ser tan viejo y tan cojudo a la vez. Por más presumido que suene esto, pero espero que cuando llegue a esa edad o a más tenga mis canas bien puestas y sean dignas de mostrar y admirar.

Enamorarse en aquellos tiempos estuvo a la orden del día. Aunque después de analizar nuestro pasado  llegamos a la conclusión que jamás lo habíamos estado. Solo estábamos enamorados de la idea que conllevaba la expulsión de la dopamina, que aceleraba nuestros corazones, y de los gases, que rondaban nuestros estómagos. Es que por aquel entonces tomábamos mucha leche para tener huesos fuertes y sanos pero parece que se nos fue de la mano.

Aun somos jóvenes y podemos cometer errores pero eso no es excusa para hacerlos. No somos perfectos, aunque quisiéramos serlo, por ello aun cometemos uno que otro error, ya que a veces la irracionalidad se rehuía a despegarse de nosotros. Era raro darnos cuenta de muchas cosas que nos habíamos privado por tener el pensamiento más adulto, pero algo inexperto, que otras personas de nuestra edad. Habíamos madurado a la fuerza. Nuestras vidas se habían visto a cambiar forzosamente debido a nuestras experiencias y a las de nuestros círculos, para así evitarnos de cometer los clásicos errores y horrores que hacían los demás.

¿Por qué quemar etapas tan rápidamente? La repuesta es obvia: Para no sufrir. Por extraño que parezca, funciona. Muchas veces he visto como algunas personas se desviven por otras o se ahogan en un vaso con agua... Ok, los entiendo porque también he tenido esos momentos, pero yo mismo reconocí el problema y lo arranque de raíz. Con esto no quiero decir que se traguen sus problemas y no me hablen solo que si no vas a aceptar mis consejos y vas a seguir cometiendo los mismos errores, porque tú lo quieres, pues simplemente no me jodas. Créeme que así haces un bien tanto para mí como para ti, ya que así evitare tener que asesinarte.

La clave está en aceptar tus errores, quien eres y lo que eres capaz de hacer. No actúes si pensar ante las circunstancias de la vida. Es fácil gritar, ofender, criticar pero primero mírate a ti mismo antes de juzgar a los demás. Amate con tus virtudes y defectos. Si no eres dueño di ti mismo te convertirás en esclavo de los demás. Recuerda que no cambiarás cuando cambien tus circunstancias, sino que éstas cambiarán cuando cambies tú.



Acerca de Giancarlo
Soy un poliedro lleno de aristas, rincones, luces y sombras...
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