Estoy cansado de estar ocho horas sentado al frente de una computadora, gastando mi vista, maltratando mi espalda e intoxicando mi mente con tanta sangre que corre como agua en las calles limeñas. El otro día uno de mis compañeros me preguntó si extrañaba trabajar en Canal N y honestamente no lo había pensado hasta ese momento. ¿Extraño trabajar en Canal N? Buena pregunta. Trabajar en un medio tiene sus pro y sus contra, pero lo que más extraño de aquella época puede ser lo impredecible que podía ser el día cuando se trabaja en prensa de exteriores. A mi lo rutinario me aburre, me cansa, me ahoga… Y es un poco como me siento ahora, más aún cuando veo que en vez de abrirme más puertas, al contrario, me las cierran con el fin de convertirme en un simple obrero más de una “fábrica de zapatos”.
Me siento agotado de estudiar, de gastar gran parte de mi tiempo (y de mi plata) en una carrera que veo que no me da tantas satisfacciones profesionales, pero que aun así no deja de fascinarme. ¿Qué sería si no fuera comunicador? No lo sé. Si el arte en este país fuera rentable me hubiera gustado profesionalizar mi baile. Vivir noche tras noche en un escenario distinto de algún histórico teatro, conociendo diferentes culturas y personas, generando emociones a mi audiencia con mi expresión corporal. Pero ese es un sueño etéreo. La realidad es que soy comunicador porque está algo relacionado con las artes. He pensado en ello antes y resulta agotador imaginar como fusionar ambas cosas y no morir en el intento. Por ahora solo quiero poner un punto final a la historia que he comenzado. Cuando sea un comunicador titulado tendré más tiempo y estaré menos cansado para poder pensar mejor cuál será mi siguiente paso. Por ahora desgasto mi mente acostándome tarde de tanto estudiar y levantándome muy temprano porque debo trabajar.
Me cansa no poder disfrutar mi plata. Todo es gasto en esta vida. Ya sean los servicios básicos, los pasajes o la comida que cada día sube más. Que hace que, sin darnos cuenta, derrochemos más nuestros ingresos, los que curiosamente no aumentan. Al contrario, pareciera que la billetera tiene hueco y cada fin de mes la plata termina faltando. A pesar que me mido en mis gastos siempre termino preguntándome ¿en qué carajo gasto mi plata? Si no voy a fiestas, no salgo al cine, no voy a restaurantes, no tengo pareja, casi no salgo con amigos, paro encerrado en mi casa. ¿En qué carajo se va mi sueldo? Toc toc: en pagar la universidad, los servicios, los pasajes y toda esa mierda que mencioné antes. Ugh. Me tiene jodidamente frustrado esa limitación monetaria. Lo peor de todo es que la calle está dura y conseguir un trabajo con buenos beneficios y menos explotación suena tan falso como las veces que mi ex me decía que me amaba.
Sí, estoy cansado de muchas cosas sobretodo de mi vida en general. Hoy estuve caminando por algunas calles solo, sin música y bajo el frío de la noche. Durante mi paso tuve tiempo de pensar en todo esto y noté que había otro punto del que estaba completamente cansado y era del recuerdo de mi ex. Mientras caminaba por aquellas calles que alguna vez transitamos juntos, recordé su rostro, su olor, sus besos, su sabor y sus palabras. Mi cuerpo tuvo un escalofrío y para cuando este pasó una tristeza sea apoderó de mí. Mierda. En ese momento sentí la necesidad de llorar en medio de la calle. Pero ¿qué carajos? Han pasado qué ¿ya cuatro meses o algo así? Pero parece que mi mente todavía está infectada por su recuerdo y tiene su recuerdo a flor de piel. Apreté los dientes y traté de mantenerme firme. Apresuré el paso a casa pero su imagen parecía seguir empeñada en acosarme. No es hasta ahora que, mientras escribo este post, me pongo a pensar con más calma por qué tuve ese episodio que, además, estuvo acompañado de sensaciones autodestructivas que n tengo ánimo de describirlas. Si hay algo que no me deja desprenderme de su persona es el hecho que idealicé a M (con justas razones) como LA persona que había estado esperando todo el tiempo, la que encajaba en todas mis expectativas y gustos, la que tenía los mismos planes de vida, la que me hacía simplemente feliz... Por alguna extraña razón no me perdono el haberla perdido, pese a que fue ella quien puso el punto final a todo.
A veces me deprimo un poco pensando en que si las decisiones que he tomado a lo largo de mi vida han sido las correctas y si tendrán un propósito mayor. Siempre he tenido la seguridad que todos tenemos un propósito en la vida pero a estas alturas no sé si eso sea cierto. Quizás solo sean cosas de pensadores que buscan alejarnos de una cruda y terrible realidad. Pensar en todo esto me cansa más de lo que ya estoy. Lo único que quiero ahora es poder estar tranquilo, no tener que pensar tanto y botar este cansancio por un barranco.
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Últimamente mis tiempos han estado siendo consumidos por el cansancio, un mal que poco a poco ha ido escalando en mi rutinaria vida y me tiene algo ausente de este espacio. Trataré de no perder la práctica de este terapeutico proyecto, ya que, en este camino solitario en el que me encuentro, antes me ha salvado de muchos episodios como los de hoy, en el que me ahogo por no poderte olvidar.
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