A principios de este año recibí un mensaje de mi padre, a quien no veo desde casi siempre, diciendo que por fin había obtenido su "Green card" para poder viajar libremente desde Estados Unidos a Perú. Por ello, ahora podía visitar a la familia, mejor dicho su familia... Para quienes no saben, yo no crecí con mi padre biológico, él me dejó cuando era apenas un bebé inocente que desconocía de los conflictos de pareja, las sacadas de vuelta y el dolor del abandono. En esa etapa tan importante en la que los padres se sienten alegres, bendecidos y poderosos por tener un hijo, en esos precisos momentos mi padre optó por elegir a su familia, a su hasta entonces recientemente descubierta esposa, con quien a su vez tenía dos hijos. El escogió a ellos sobre mi, dejándome, abandonándome sin pena ni gloria, así como cuando te deshaces de un viejo zapato que ya no te gusta. Así mi padre, quien con mentiras y artimañas del clásico hombre peruano machista y pendejo se acercó a mi incauta madre, decidió pasarme a un segundo plano en su vida, y así siguió hasta ahora.
En mis 26 años de edad he visto a mi padre dos o tres veces a lo máximo y por contados minutos. Nuestra estrecha y casi abstracta relación familiar sólo se ha venido llevando a cabo por breves llamadas telefónicas, que comenzaban con un "hola", seguido de un "necesito que me ayudes a pagar el colegio porque me van a botar" y terminaban con la incierta promesa de su apoyo. Algunas veces lo llamaba para saber cómo se encontraba, pero honestamente sentía que era puro compromiso y en otras ocasiones por respeto (como si lo mereciera). Las contadas veces que me llamó -con decir que los dedos de la mano me sobran- fue porque mi madre le pedía hacerlo y otras porque sabrá qué mosco le habría picado. Debo decir que en su momento me dolió, jodió e indignó; pero ¿por qué odiar a alguien a quien a penas conozco? ¿Por qué acabar mi vida por alguien que dice ser mi padre pero que no ha dado iniciativa de serlo? ¿Qué sé yo sobre ser padre? Tantas preguntas que no comprendo... Por eso sólo opté por pedirle a mi madre que dejara de rogar -porque esa es la palabra- a mi padre a que él fuera responsable y se preocupara por mi, de quien según dijo era el "fruto del amor", pero vaya fruto, uno al que dejó, que ya se había pasado de maduro y más apestaba a podrido porque nadie se digno a recogerlo del suelo en el que se encontraba.
Cuando mi papá me mencionó que vendría a Perú y que se daría un tiempo para pasar tiempo conmigo, tomé las cosas con calma, sin entusiasmo ni pena. Acepte su propuesta de viajar al interior del país y conocer a nuestra "familia", a la cual jamás conocí. Seis meses más era el tiempo que tenía que esperar para que mi padre llegara. El tiempo me pareció tan lejano que ni le tomé importancia. Él me había hecho tantas promesas en su vida y me había fallado de tantas formas que mi expectativa por este nuevo compromiso se encontraba escondido en algún rincón de mi subconsciente.
Estos últimos días han sido raros, por no decir tristes, infantiles y lacrimógenos. A una semana de la llegada de padre empecé a desarrollar un sentimiento de ansiedad. Tenía momentos en los que sentía pánico, miedo. ¿A qué? a que me fuera a rechazar por no ajustarme a lo que él esperaba, a que me haga daño con sus palabras, a que me vuelva a abandonar, a acostumbrarme a él de tal forma que me costaría dejarlo ir; pero ¿por qué? ¿por qué tanta expectativa por un hombre que lo mejor que había hecho por mi era dar su esperma a mi madre para yo nazca? ¿Por qué siento tantas ganas de llorar, de gritar y de desaparecer de una vez? Ahora incluso cuando escribo esto sostengo las lágrimas para no romper en llanto. ¿Era tan necesario mi padre en mi vida? ¿Por qué ahora, por qué después de 26 años recién necesitaba su presencia? Ugh. ¿Por qué es tan difícil sentir lo que siento? Odio esta maraña de sensaciones que crecen en mi interior. Detesto sentirme como un pobre niño abandonado que mendiga el amor de su padre. Pensar en ello me deprime, me perturba, me molesta... Luego me acuerdo de todo lo que había pasado en mi vida y ya no sólo lloraba por pena sino también por cólera, por dolor, por lo ingenuo que era, por lástima de mi persona, por lo patético que me siento; lloraba porque creo que en el fondo quería que mi padre me abrazara y me dijera que todo iba a estar bien, que me prometiera que no me iba a abandonar, que me iba a amar incondicionalmente e iba a velar por mi como lo ha venido haciendo con su familia, con mis hermanos... Quería oir esas cosas aunque fueran una dulce mentira, aunque jamás lleguen a ser suficiente ni resuelva todo el desmadre en el que he convertido. Mi vida está fracturada en tanto niveles y en gran parte es por la huella de su abandono que me ha llevado a crecer desconfiado, con miedo a ser abandonado y rechazado.
Hace unos días mi papá llegó a Lima, esperaba alguna llamada de su parte pero no fue así. Sé que es muy prematuro e imagino que él tendría muchas cosas que hacer, motivo por el cual -imagino- no he recibido comunicación alguna de su parte. Hasta donde he visto se ha reunido con su familia, quien lo recibió con una pequeña fiesta, a la cual fui invitado pero decliné por horarios con mi trabajo pero también porque no quería sentirme incomodo. En las fotos de la reunión veía a mi padre tan feliz al lado de sus seres queridos que me hizo dar cuenta que él ya había tomado una decisión hace 26 años. Una decisión que quizá trataba de remedir pero que tal vez ya era demasiado tarde. De alguna forma era obvio que nunca ha habido espacio para mi en aquel cuadro familiar. Es más, podría intentarlo pero nosotros jamás seríamos una familia porque yo no quería, porque no encontraba similitudes con él aparte del apellido y porque su presencia me causaba más daño que bien, ya que mi padre fue el hombre que me hizo pero no me quiso lo suficiente para luchar por mi.
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"Dudé mucho antes de escribir esta carta. Dudé porque me generás sentimientos encontrados. Dudé, porque tal vez no existan las respuestas a las preguntas que durante años no sabía a quién hacérselas. Dudé, porque tal vez no quería tener una contestación."
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