jueves, 13 de marzo de 2014

Cazando antenas

Un viejo amigo una vez me dijo que si uno no la sufría pues nunca valoraría lo que tiene. Puede que tenga mucha razón, pero, aun así, creo que no es justo que algunos tengan la “suerte”, por así decirla, de tener todo fácil y sin tener ni una pizca de consideración por conservar lo que otros con mucho esfuerzo tratamos de conseguir, aprovechar y conservar.

Había consultado el “google maps” para trazar mi ruta. El camino se veía fácil desde aquella pantalla. Tenía en mis manos 10 curriculums. Empaque mi mochila con ellos. Agregue un gorro porque sabía que el intenso sol de verano terminaría por aturdirme. Zapatillas cómodas, ropa ligera y buen entusiasmo. Me frote bloqueador solar hasta por los dientes. Conecte mis auriculares a mi teléfono que contenía 100 buenas canciones para amenizar mi extenso y caluroso recorrido, y me fui.

El tráfico en Lima de por sí es terrible, más aun si es hora punta. El reloj marcaba las 10:00 am y el carro se tomaba su tiempo en medio de la jungla vehicular. Media hora más tarde llegue a mi destino. El sol empezaba a mostrar su temperamento así que me apure. Mi primer punto era “Radio San Borja”, Era la tercera vez que iba, por que le desde lejos había reconocido su antena.

Por primera vez el guardia de seguridad me dejo pasar. “Que raro” pensé. Entré a la pequeña recepción en donde otro tipo de traje estaba esperando. Minutos más tarde una amable joven me atendió y recibió mi curriculum. “Le pasaré la voz al jefe para que te evalúe” dijo con una  sonrisa. Mierda, no estaba preparado para eso. Tragué saliva y asenté con una sonrisa. Espere unos minutos y luego la misma amable chica dijo que el jefe estaba ocupado e iba a demorar pero que le haría presente mi documento. Agradecí el gesto y me fui.

Según mi plano decía que tenía que caminar 11 cuadras para mi siguiente parada. Lo que no contaba era que esas cuadras eran inmensas. Trate de mantener mi buen humor y camine bajo el sol que cada momento empezaba a encenderse más. De lejos divise una antena y supe que estaba yendo por buen camino. El edifico lucia algo tétrico y abandonado. Mire a través de las rejas que me impedían el paso y no había nadie en la portería, ni siquiera había timbres que tocar. ¿Cómo demonios iba a entrar? Quizás me había equivocado de dirección pero la antena que estaba erizada en la azotea decía lo contrario.

Un joven entonces salía de aquel edificio. Le pregunte si en aquel lugar existía una radio llamada “Mágica” a lo cual me respondió con una negativa y firmemente señalo mi error al estar ahí. La duda me invadió. Además era la primera vez que iba a esa radio y puede que de verdad este equivocado con la dirección. Rápidamente divise que el joven abrió la reja sin llave alguna, salió y volvió a cerrarla. Di media vuelta para disimular que me iba y lo deje pasar por mi lado. Una vez que lo hizo volví a dar media vuelta, abrí la reja y entre rápidamente ante la mirada de algunos policías que me quedaron mirando como si estuviera a punto de cometer un robo.

Definitivamente no había nadie en recepción. Mire por todos lados y no había señal alguna de vida. Llamé al ascensor y subí hasta el piso 8. Las puertas se abrieron, camine hasta la oficina que mi investigación me había indicado, toque la puerta un señor me atendió algo sorprendido de verme en su puerta. Le anuncie que iba a dejar mi curriculum para su radio. Lo recibió amablemente y me fui. Después de todo no me había equivocado de lugar.

Salí del edifico con dirección a “Radio Corp”. Según mi mapa me indicaba que tenía que caminar 8 cuadras más aprox. El sol seguía quemando y yo ya empezaba a derretirme. Lamentablemente mi economía no me ayudaba mucho y aun tenia un largo camino por recorrer. Tome un suspiro y camine. Toreando algunos carros de aquellas grandes avenidas logré llegar a mi destino. Saque un poco de papel para secarme el sudor de la frente porque me sentía como una cucaracha entre tantas personas elegantes caminando por las calles inmaculadas de polvo y en donde los edificios eran demasiados refinados como para ser manchados con mi impuro sudor.

Puse mi mejor sonrisa y entre con seguridad en aquel elegante edificio. Una amigable señorita me atendió con una sonrisa y acepto mi curriculum. Salí casi disparado de ahí porque sentía que el sudor volvía a emanar. A pocas cuadras se encontraba “Radio Panamericana” en donde deje por tercera o cuarta vez mi curriculum. Di media vuelta y me dirigí a la gran “RPP”. Una radio algo difícil de entrar pero mis esperanzas aun no se desvanecían.

Los pies empezaban a dar indicios de su cansancio. Mi espalda parecía una cascada. Era una pileta ambulante. Hasta yo mismo me daba asco. Me sentí algo aturdido por un momento y no me fije porque calles me adentre. Mi sentido de orientación primitiva me decía que estaba en el camino correcto pero no lograba encontrar mi destino. Aquellas calles de San Isidro resultan ser muy enredadas y confusas a veces y más cuando uno esta algo aturdido por el horripilante sol.

Decidí confiar en mi sentido de orientación por un momento pero seguía sin encontrar nada. Pensé preguntarle a algunos transeúntes que pasaban por ahí pero temía que salieran corriendo al verme en ese asqueroso estado. Justo cuando me había tragado mi vergüenza y estaba a punto de dar lástima a alguien logre divisar su no tan disimuladas antena. Jamás estuve tan feliz de ver una antena como lo estuve en aquel momento.

Me sequé la cara, el cuello, las axilas y si hubiera podido el poto. Mierda de calor que me asfixiaba. Mi polo estaba mojado pero mi mochila evitaba que se notara. Las piernas me sudaban hasta los huevos. Verme caminar resultaba ridículamente gracioso pero no me iba a rendir en mi cacería de antenas. Como sea llegue a la tan ansiada radio. El guardián de la puerta lo recibió y archivo para que sea enviado al área que correspondiera.  Ya tenia la mitad de mi trabajo hecho y quería tirarme en la calle a descansar pero no podía rendirme ahora ya que a pocas cuadras se encontraba el monstruo de ”ATV”.

Lo bueno de ATV es que en su recepción tenían aire acondicionado por lo que me quede unos minutos, desinflado, chorreado y apestando, en una de sus sillas para enfriarme un poco. La recepcionista parecía ni inmutarse con mi presencia. Podía ser un asesino y aquella mujer hubiera seguido igual de desconectada con su alrededor. Una vez que recupere fuerzas me puse de pie para entregarle lo que había ido a darle y me fui. Mi cuerpo se sentía fresco pero agotado. Los pies me dolían. Quería tirarme en el pasto por unos minutos pero temía que si lo hacia no me fuera a levantar.

Termine sentado en una banca bajo una rama ridícula que no me cubría en lo más mínimo. Me estire lo más que pude para relajarme. Si esto no era sufrirla para conseguirla entonces que alguien me mate de una vez. Varios minutos después retome mi camino. Esta vez tome un carro porque ya estaba harto del sol. Le saque el dedo medio al cielo y tome mi carro. Me despanzurré en el fondo y cabeceé un poco. Mire el reloj y ya eran más del medio día y por ello entendía el espeluznante tráfico.

Al bajar del carro decidí ir a “Panamericana” pero  pensé en ir en la otra dirección, hacia “América TV”. Desde el momento que tome esa decisión la lamente porque mi sentido arácnido me decía que me rechazarían. No pasé más allá de la entrada que estaba resguardada por un vigilante que con una gran indiferencia y una voz cansada con tonos apáticos me decía que no había forma alguna que dejara mi curriculum a menos que sea por la web. Di media vuelta, me aleje de aquellas prominentes antenas para encontrarme con otra amplia antena en medio de la calle, en la entrada de “Panamericana” en donde con un poco más de consideración me aceptaron.

El calor me estaba matando. Saque mi gorro y camine casi pegado a las paredes. Mi cuerpo buscaba las sombras en donde parecía pasar, siquiera una pizca de aire. Mi cuerpo era una piscina pero no me importaba. Mis ojos saltaban entre los techos de aquellas calles hasta que encontré la antena de “Radio Libertad”. Me saque el gorro para no parecer piraña, me arregle la camisa y puse el mejor de mis portes. Una señorita a través de una ventana pero de amable voz acepto mis papeles. Estaba feliz. Me faltaba solo un último lugar y podía morir en paz.

Camine por una vereda rodeada de arboles. Las sombras generaba parecían darle aliento a mi derrotado cuerpo por el endiablado calor. Odio el verano con todo mi ser. Mi teléfono reproducía la canción “Blurred Lines” de Robin Thicke. La idea de ponerme a bailar el twerk con algunas de las personas que pasaban por mi costado formaba una sonrisa amorfa en mi empapado rostro. Los áarboles se acabaron y el sol caía en mi piel. Mire mis brazos y estos brillaban ahora de un color cobrizo. Mi alma lloraba por ello pero mi mente me decía que era el sacrificio que tenia que hacer si quería lograr lo que quería: Entrar a trabajar en radio o en el último de los casos en tv.

Cojeando, por las posibles ampollas que habían aparecido en los pies, logré divisar la antena de “Frecuencia Latina”. Con las piernas temblando, el sudor apoderado de mi cuerpo y dando un completo asco humano llegue a la puerta. Toque varias veces el timbre porque el esperar bajo el odioso sol me desesperaba. Una voz femenina y madura preguntaba a que se debía mi presencia. “Vine a dejar mi cv” articule, suspirando cada palabra. “No aceptamos curriculums” contestó. Sentí como si me hubieran tirado un tortazo en la cara y di media vuelta.

“Piensa en ti, dice su slogan” pensé. “Piensa en todos menos en mi” añadí. La voz femenina entonces, como si hubiera leído mis pensamientos, me dijo que lo enviara al correo. Además tuvo la gentileza de dármelo, aunque ya lo sabía. Camine hacia el paradero. Agotado por toda la caminata que había hecho. Estaba hecho una porquería y no era para menos. En mi camino me encontré con un dulce labrador. Estaba sentado muy cómodamente bajo la sombra de un árbol. Me miró detenidamente y yo hice lo mismo. Fue amor a primera vista. El lucía tan feliz y despreocupado y yo, en ese momento, deseé con todas mis fuerzas tener su vida.



Acerca de Giancarlo
Soy un poliedro lleno de aristas, rincones, luces y sombras...
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