martes, 20 de agosto de 2013

Entre buses y otras cosas

Desde pequeños, gran parte de nuestras vidas las pasamos yendo de un lado para otro. De niños quedamos fascinados por cada cosa que vemos en nuestros viajes. De adultos ya son pocas las cosas que nos sorprenden y, viajar de un lado a otro, resulta estresante, aburrido y cansado pero para otros nos da tiempo preciso pare reflexionar sobre nuestras vidas.

Soy de las personas que les gusta salir y distraerse, y más aun si tiene un transporte particular para ello. Lo malo del transporte de la ciudad es el congestionado tráfico que existe; es para cortarse las pelotas. Un instinto asesino me invade su es que estoy contra la hora y el bus o taxi se mueve a paso más lento que una tortuga gorda, embaraza, coja  y con varices.

Muy pocas veces suelo dormir en aquellos viajes, excepto que me encuentre extremadamente cansado. Sin embargo, dormir en un bus resulta cómodo, quizás el movimiento ininterrumpido del mismo haga que me relaje o por el mismo dióxido de carbono, entre otros olores, que hay en el ambiente, que desintegran mis fosas nasales y adormecen mi cerebro, debido a que todo al mundo le gusta ir con las ventanas cerradas.

Como sea, una de las cosas que más suelo hacer en esos momentos es pensar. Pienso en mi vida, mis problemas, mis amores… Pensar me resulta fácilmente estresante para mí, mas aun cuando te das cuenta que tienes varios caminos por elegir, posibles soluciones o problemas que se avecinan y no sabes que hacer o cual opción elegir. ¿Sera lo correcto? ¿Cómo saldré de esto? ¿Podré hacerlo? Son algunas preguntas que merodean mi mente.

Uno de los motivos de tanta preocupación también se deba a que ya no soy un niño al cual fácilmente pueden engañar sobre la verdad de la vida, pero ¿Cuál es la verdad de la misas? Yo lo único que sé es que pensar en aquellos problemas no me hacen bien pero ignorarlos resulta peor. Ser adulto es difícil. Pensar lo hace difícil. Quizás la vida es aquello que pasa mientras viajo en un bus y pienso en mi vida, mis problemas, mis amores…

Definitivamente pensar resulta más estresante que viajar en un bus o un taxi, ya que, al hacerlo, te das cuenta de tus errores, defectos y carencias que muchas veces tratas de negarlos, ignorarlos y hasta ocultarlos, para que nadie pudiera hacerte daño. Pero la verdad de la vida es que no hay peor enemigo para ti que uno mismo, ya que ni tus peores enemigos pueden hacerte tanto daño como tus propios pensamientos.




Acerca de Giancarlo
Soy un poliedro lleno de aristas, rincones, luces y sombras...
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