miércoles, 20 de mayo de 2015

El corazón quiere lo que quiere

Todos tenemos una persona por la que sin importar cuantas veces nos haga daño, nos decepcione y arrebate la ilusión, haga derrumbar todas nuestras barreras de protección, nos deje dispersos en miles piezas en el suelo; aún así daremos media vuelta en nuestro camino y volveremos a caer en las redes de la incertidumbre, el desasosiego y el dolor; todo por una persona que, a pesar de saber todo el efecto que tiene en ti, no estaría dispuesta a desprenderse de todo, en la misma forma en la que tú estarías dispuesto a sacrificarte por ella.

Cuando se trata de amor me vuelvo anticuado. Me gusta mantener cierto misterio en mi persona, reservar cierta información, ciertos pensamientos y hasta sentimientos (en parte porque me cuesta expresarlos). Muchas veces se me confunde con una persona fría y poco comunicativa pero,  en sí, a los hombres no nos gusta expresar nuestros sentimientos y contar nuestros problemas a ton y son para desahogarnos. Yo por ejemplo, soy del tipo pensativo, el que analiza, vive y sufre el problema en silencio y lo supera solo.

Con la tecnología de ahora es imposible conservar un perfil bajo, mantener en reserva un pensamiento, o conseguir estar fuera del radar de “equis” personas. Sin embargo, también es una fuente de información que alimenta tu insaciable curiosidad de “stalker”. Es esa misma tecnología que me abrió los ojos, me bajó de mis nubes, me estrelló contra el suelo y ni aun así aprendí que tú no eras la indicada para mi.

Dicen que hay amores que pese a que no pueden ser, igual están ahí, inmóviles, callados, ocultos; amores que por alguna extraña razón no acaban, ni se agotan sino que están en etapa de hibernación y que cada cierto tiempo despiertan para hacer de tu vida una literal mierda. Hace unas semanas, ese viejo amor insuperable, pese al largo e incomprensible tiempo, reapareció en mi presente y dos cosas llamaron mi atención: la primera es que aún se acuerde de mi y la segunda es cómo solo cruzar algunas palabras pudo ponerme tan alterado, nervioso, ansioso y frustrado.

Ayer estuve husmeando mi móvil y navegando por algunas redes sociales. En medio de mi camino me tope con que habías anulado la invitación de amigos que me habías enviado después de muchas lunas, luego que hubieras rechazado la que yo te envié, porque no confiabas en mí. Recuerdo que  dejé en stand by tu petición porque (igual que tú) tenía dudas sobre si debía confiar en tí. Si bien eres muy elocuente con tu vida pública me fastidiaba y preocupaba que me ocultaras aspectos más personales. Pese a ello, ahí estaba yo, mirando la pantalla de mi móvil, viendo tu rechazo nuevamente. "¿Será que todo por fin acabó?", pensé. Quedé un momento en silencio mental pero luego algo empezó a manifestarse en mi interior, una sensación de tristeza y vacío me invadió, el corazón se me encogió y una frustración con sabor a ira comenzó a desarrollarse en mi.

Es raro que a pesar de más de dos años de no vernos, ni saber el uno del otro, aún sigas generando esas sensaciones de debilidad en mí. Todavía no logro descifrar el por qué de mi adicción autodestructiva hacia ti, el por qué no puedo superarte y hablar de tí sin llenarme de frustraciones, el por qué cada vez que me llega un mensaje a mi celular, un ligero cosquilleo en el estómago me asalta deseando que seas tú quien me escribe, o el por qué cuando me pasan estas cosas siento la tentación de correr hacia tus brazos por un último beso...

Siempre supe que nuestro futuro era impreciso, que tú no eras la persona indicada para mi porque me generabas más problemas que soluciones, porque además supe que jamás me querrias de la forma en que yo te quiero, ya que para ti era uno más en tu lista. Jamás he sentido tanta rabia, frustración, dudas, culpas, inseguridades, celos, tristezas y decepciones que estando a tu lado. Hay un millón de razones por las que debería renunciar a ti pero el corazón quiere lo que quiere y, por más insesato, loco y testarudo que parezca, aún me importas un poco a pesar del rencor que siento, aunque se muera mi alma de dolor. Sin embargo, sé que tengo que dejarte ir (aunque todavía no se cómo), y, pese a que me duele hacerlo, más me duele saber que juntos no hubiéramos llegado a ninguna parte.

[***]
¿Por qué el amor será así de jodido? Creo que será hora de ir a buscar ayuda psicológica a mi "problema". Es hora de ponerle fin a algunas historias para poder escribir otras. 




Acerca de Giancarlo
Soy un poliedro lleno de aristas, rincones, luces y sombras...
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