lunes, 24 de noviembre de 2014

Costo/beneficio

Estaba en una gran disyuntiva. La incertidumbre me consumía lentamente, me desesperaba y estresaba. No sabia que hacer, no sabía si mis decisiones eran las correctas, si estaba haciendo una buena inversión. El costo parecía tan alto y el beneficio tan diminuto, pero por momentos la idea era tan inversa que generaba un caos en mi mente; nublándola, quebrándola, llenándola de más preguntas que respuestas.

Hacia mucho tiempo que no me sentía tan inseguro. Me sentía perdido, desorientado incomprendido y solo. Hacia mucho tiempo que no me había puesto a pensar en mi vida, en la situación en la que me encontraba, en mis problemas, mis amores y ms sueños. Me había preocupado por todos (como siempre) menos por mí, por lo que quería, necesitaba y anhelaba. Si bien mi presente estaba, por el momento, estable. Ahora una nueva inquietud me había invadido y corroía mis entrañas como el oxido al metal. Estaba preocupado por mi futuro, específicamente mi futuro profesional. 

Hacia dos años que había acabado mi carrera técnica de comunicaciones. Ya era un año desde que me había titulado. Habían pasado solo un par de meses desde que me entregaron mi cartón y yo sentía la urgente necesidad de pasar al siguiente nivel: la universidad. Pero no solo eso era lo que me preocupaba, sino era el hecho de si debía o no continuar en mi rama. El mercado laboral me había tratado tan mal que mataba toda esperanza de continuar con esto, pero ¿en qué más era bueno? Honestamente, no lo sé. Me miraba a mí mismo y me encontraba atado de pies y manos. Necesitaba tomar una sabia y adecuada desición sobre mi futuro profesional, pese a que no sabía porque sendero debía ir. Era como un caballo con la vista direccionada a un solo lugar: comunicaciones. Me he preguntado cientos de veces ¿por qué soy comunicador? Fácil, porque no sé que otra cosa más ser. Sin embargo, puedo decir que me encanta mi carrera, amaría especializarme en periodismo radial, pero los triste es que mientras más lo deseo menos se materializaba. Es cómo si en vez de cazar sueños, alcanzo solo a darme contra el frío y duro suelo.

“Estás en el Perú, la tierra en donde los sueños no se vuelven realidad”, me dijo mi mejor amiga Nelly cuando le comenté mis paranoias. Eso significaba que ¿debía salir de mi país para querer ser quien en verdad deseaba? De acuerdo con ella, y su enamorado, necesitaba dedicarme a algo que genere más ingresos y que justifique mi inversión. Argumento que fue respaldado por mi pareja, quien me recomendó analizar el costo/beneficio de lo fuera que eligiera, no sin añadir que sea cual sea mi decisión me iba a poyar. Mi madre se mostraba neutral y consideraba que debía continuar con mi rama. Mi amiga de labores Valeria subrayó que debía seguir lo que mejor me hiciera sentir y que definitivamente debía invertir en mis estudios, pero no me específico cual. Por su parte, mi amigo José Luis consideraba que debía hacer lo que me hiciera feliz. En tanto, el resto de mi familia, quienes no confiaban en mí en un principio, seguía igual, y me pedía que escogiera otra cosa.

Había recogido diferentes apreciaciones sobre qué hacer con mi vida a futuro. Un futuro que había visionado lleno de éxitos, triunfos y alegrías. Un futuro que ahora que lo pienso parece más un sueño etéreo. Una vez me preguntaron ¿cuál era mi aspiración en la vida? Esa es una pregunta que hasta ahora me asecha y no logro descifrar. Encojo los hombros, ladeo la cabeza y pongo cara de huevón. Aunque a grandes rasgos podría decir que ser feliz sería mi meta por ahora. Pero ¿qué es la felicidad a ciencia cierta? Esa es otra interrogante, al igual que mi futuro, que se acumula en mi lista de asuntos por resolver.

[***]

No importa cuanto trate de negarlo, aún sigo siendo aquel niño reprimido e inseguro que busca su lugar en el mundo, pero que cuando lo encuentra, se topa con una nueva interrogante que hace cuestionar todo lo que creía ya saber. #DramaQueen.




Acerca de Giancarlo
Soy un poliedro lleno de aristas, rincones, luces y sombras...
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