El estar lejos de casa resulto más difícil de lo que parecía. Desde joven siempre quise mi independencia pero ahora que la tengo, quiero volver a esa cárcel llena de quehaceres, obligaciones y, por momentos, amargada vida pero la cual está llena del más puro y sincero amor. Aquel es el amor de tu familia.
El estar lejos de casa, solo y con mucho tiempo me hace reflexionar sobre mi vida. Sobre las decisiones que tomo. Me hace acordar de mi familia, de mis amigos. De los momentos divertidos, tristes y preocupantes que pasamos. ¿En donde se fueron todos esos momentos? No lo sé. La vida pasa tan rápidamente que sin darte cuenta te conviertes en adulto y tienes muchas responsabilidades de las cuales, ninguna fue pedida por ti.
El hecho de querer alcanzar tus metas y buscar tu camino en tu vida significo mi alejamiento de mi familia. Por motivos laborales tuve que alejarme, irme a otra provincia en donde nadie me conoce y en donde a nadie le importo. Nadie se interesa en saber cómo estuvo mi día, si comí o no, o por qué mi garganta ronronea o siquiera preguntar por qué tengo aquellas lágrimas en los ojos.
Un abrazo es todo lo que necesito. Tan sencillo como eso. Un abrazo fuerte, de esos que sientes que te romperán los huesos, mientras oyes esa cálida voz que te dice que todo va a estar bien. Que mañana será un mejor día, que hoy tendrás tu comida favorita, que tomes tal pastilla para ese dolor de garganta y que te diga que no vale la pena gastar las lágrimas y es mejor sonreír.
Una madre es el tesoro más valioso que jamás quisiera perder. Es ese tesoro que quisiera llevar en una valija y llevarla conmigo a donde sea que vaya, para así sentir que estoy protegido, que estoy en un hogar y que mi vida estará llena de amor. Esa valija jamás quisiera dejarla o extraviarla porque cuando suceda sé que mi vida habrá acabo.
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