miércoles, 7 de enero de 2015

Empezar desde cero

Cada año nuevo marca el inicio de una nueva historia en nuestras vidas. Una historia incierta que se acumulará con aquellas buenas, malas, bonitas y feas que vivimos. Para muchos no significa mucho pero para otros el inicio de un nuevo año es una especie de recompensa por sobrevivir a los problemas del año pasado; una buena oportunidad para comenzar desde cero, de deshacernos de viejos hábitos y, sobretodo, de viejos recuerdos.

El año que pasó quedaron muchas cosas pendientes en mi vida, cosas que a veces pienso que es mejor dejarlas pasar porque pensarlas resultan más tóxicas. Me siento en una banca de la calle, miro a mi alrededor y me siento empoderado, la brisa motivadora que gira entorno al año nuevo es gratificante. El aire de las primeras horas del año corre por mi rostro y es como si borrara todas mis angustias y oxigenara mi mente de optimismo.

Este año tendré un nuevo reto (que no mentiré que por momentos me aterra): la universidad. Será el momento de ponerle un punto final a esa etapa de mi vida profesional que inicié en medio de llantos, inseguridades y una gran desaprobación. “¿Vas a estudiar comunicaciones? ¿Es en serio?”, me dijo alguien usando un irritable tono de voz. Pese a todo, me zambullí en las inhóspitas aguas de esta noble carrera sin la más mínima idea de cómo nadar, sin flotador y ni ayuda.

El camino que elegí no fue el más fácil (hasta ahora no lo es). Terminar el instituto era mi techo en aquel entonces, pero mis ambiciones me motivaron a continuar y tomar una decisión a estas alturas de mi vida, pese a que actualmente tampoco cuento con la aprobación de nadie, excepto de mis padres. Quizás me esté equivocando, pero creo que es hora de ponerle un final, el correcto, a esta agridulce travesía. Así que seguiré adelante e iniciaré mi nueva etapa universitaria a contracorriente.

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El último día de año pasado me quedé con una extraña sensación, una fastidiosa idea que se maceró en mi cabeza e intoxico mis pensamientos, llevándolos a un estado paranoico. Llamar “n” veces a la persona que dice amarte constantemente y no encontrar respuesta alguna me llevó al borde del colapso. Mensajes de texto y de voz, cada uno con un tono más grave de desesperación, tampoco fueron respondidos. Este episodio se repitió durante la primera semana de año nuevo sin éxito alguno.
Para cuando obtuve una respuesta, esta fue que el móvil había estado en un centro de reparación y por ello mis insistentes, dramáticas y paranoicas  llamadas y mensajes habían quedado en el limbo. “Quiero verte”, exigí. Su cálida voz accedió y la tranquilidad volvió a mi.

En la misma habitación de siempre estábamos los dos exhaustos y sudados por las celebraciones de nuestro inicio de año. Me recosté sobre su pecho a oír su respiración, su cuerpo es tan cálido y cómodo que me aferro a él con todo mi ser. Empezamos a hablar acerca de los días que no nos vimos, la carrera, la vida… Por un momento quedo en silencio y escucho el monólogo que ha empezado. Me encanta oírle hablar. Soy tan feliz que me acerco y le robo un beso. Tras ello, su voz cambio de tono, llena de duda y melancolía. Alcé la mirada y vi que sus ojos estaban rojos. Entonces empezó a tararear una balada acerca de un amor de película y yo quedé en el limbo. Me aferré a su cuerpo y extrañamente me empecé a sentir mal.

“A veces creo que el egoísmo se apodera de mí y te exijo demasiado. Mi mente es tan cuadriculada que por momentos quiero adecuarte a ella y sé que está mal. A veces quiero salir a pasear, bailar o de viaje pero tú no puedes por tu trabajo. No me malinterpretes, me alegra que tengas un trabajo y que puedas desarrollarte profesionalmente pero mi egoísmo por momentos no me deja. Está mal, lo sé. Esto no es justo para ambos. Siento que te estoy haciendo un daño con todo esto… No quiero obligarte a nada, ni atarte a nadie. Estos días que no te he visto he pensado mucho en estas cosas, en lo nuestro. Creo que debemos ser más amigos que pareja. Te mereces a alguien mejor. Es mejor dejarlo ahora antes que sea peor y suframos más.”

Yo quedé perplejo y en silencio viéndole directamente a los ojos pero los suyos miraban a la nada. “¿Qué pasa si yo estoy cómodo como estoy?”, pregunté. “Es cosa tuya”, respondió apáticamente y sin mirarme. “¿No me amas? ¿Qué pasó con todas esas veces que me dijiste que me amabas?” insistí. “No te amo del todo, estoy empezando a hacerlo, es por eso que mejor es dejarlo ahora y ser… amigos”, dijo. ¿Era en serio? ¿Esto está pasando? Es decir en un inicio las cosas no eran tan fáciles, y tal como dijo, de alguna forma me ajustó a su perspectiva, me cambio, me hizo... ¿mejor?. Confieso que en un inicio pensé en terminar porque me sentía abrumado por su personalidad y sus sentimientos hacia mi, pero con el tiempo no sé que pasó. ¿Costumbre o amor?  Ahora, irónica y trágicamente, yo era el que quería más, el que llamaba, escribía y se angustiaba si no encontraba respuesta, sin embargo la otra parte quería ponerle un alto, un punto final a lo nuestro.

Después de lo sucedido quedamos por varios minutos en sepulcral silencio. ¿Qué debía hacer? ¿Luchar? No. Conocía su forma de pensar y sabía que no importaba lo que dijera o hiciera su decisión no iba a cambiar. Miré el techo por unos segundos, suspiré y me puse de pie. Me vestí resignado y me despedí ‘amicalmente’. Con esto estaba aceptando su propuesta pero ¿podríamos ser amigos después de todo? Es decir, nunca he sido amigo de mis ex. ¿Ahora era un buen momento para hacerlo? Me dirigí al baño, me mojé la cara y me miré al espejo fijamente ¿Esta pasando esto realmente? ¿Estoy haciendo lo correcto? ¿Qué demonios estoy haciendo? Mi cuerpo empezó a moverse solo como un zombie sin cerebro. Me dirigí a la puerta y salí de la habitación 503 sin mirar atrás.

Bonus track:
Estaba en el carro sin generar ningún pensamiento. La gente iba y pasaba por mi lado pero yo estaba tieso. Cuando logré entrar en razón, me fui al fondo del carro, me senté solo y por unos momentos lloré en silencio sobre el nuevo lienzo que se me había concedido. Dicen que tienes que perderlo todo antes de poder encontrate a tí mismo y avanzar, pero definitivamente no estaba listo para perderte y empezar desde cero.

[***]

La vida está llena de experiencias inesperadas. Cuando menos te lo piensas tus peores temores se vuelven realidad y no queda otra cosa que seguir adelante, ¿no? Para iniciar una historia hay que darle fin a otra, esa es la forma en que nos enseñan. Este año empezaré cosas nuevas definitivamente y debo confesar que, ahora más que nada, tengo miedo, pero siempre ha sido así y la flama de mi vida aún sigue ardiendo.




Acerca de Giancarlo
Soy un poliedro lleno de aristas, rincones, luces y sombras...
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