La monotonía me jode. Saber que no tengo un horizonte fijo me aterra. Pensar que quizás mi madre tenia razón me deprime. Por momentos siento que he perdido el camino. ¿Será que me equivoque al estudiar comunicaciones? ¿Existe la posibilidad que aquel chamán que alguna vez adivinó mi futuro tuviera razón? ¿La vida es así de difícil o solo es la desaceleración económica del país, los crecientes casos de sicariato o la pendejada humana que no me permite avanzar? ¿Por qué el mundo progresa y yo no? Eso sonó egocéntrico, ¿no?
Estoy cerca de cumplir un año mi trabajo, un trabajo que si bien no fue mi primera opción me ayudó a levantarme del suelo lacrimógeno en el que me hallaba; me hizo ponerme de pie desde muy temprano en la mañana y me culturizo. Debo admitir que este trabajo resultó nutritivo, interesante y revelador. Me abrió los ojos de la oscura ignorancia en la que me encontraba por diversos factores: flojera, descuido, desinterés, estupidización, etc.
Sin embargo, toda la buena influencia que ha tenido en mi no llega a llenar mis expectativas; mis ansias de grandeza popular, de superación personal y de desarrollo profesional; lo que me hace querer abandonarlo. Pero al mismo tiempo me hacen pensar. ¿Qué demonios haría si dejo de trabajar? ¿Encontraré trabajo rápido? ¿Trabajaré en algo mejor o peor? ¿Qué hare si me convierto en una estadística de desempleo y fracaso? ¿Será que me convertiré en una ridícula historia de El Panfleto? ¿Sobreviviré?
Con respecto a lo personal, si bien me encuentro estable en mi relación, no puedo dejar de pensar en el futuro de la misma. Ahora siento tal comodidad que me perturba, es decir, tengo un record que me lleva a crear suspicacias de que no todo puede ser tan maravilloso; que todo lo bueno tiene su final. Un final en donde yo termino con el corazón partio (como la canción), una parte de mi muere eventualmente, me vuelvo más oscuro, y acabo lastimando a otras personas. Dramático, ¿no? Este es un final que me aterra y me preocupa no poder estar libre.
Sin embargo, cuando pienso en el gran panorama de mi vida, veo que muchas cosas que en su momento parecían malas decisiones me dieron una visión distinta de la vida. Aunque aun noto piezas que no encajan, que faltan y otras que han sido puestas a la fuerza. Rodeo mi pecho con mis brazos hasta que mis manos se encuentran en mi espalda; los presiono lo más fuerte que puedo y me digo mentalmente que todo estará bien (como normalmente lo hago ya que siempre busco solucionar mis problemas/traumas/crisis yo solo). Miro mi pasado y me pregunto ¿cómo es que sigo de pie aquí? La nostalgia me invade y quiero ser un infante nuevamente. Quiero volver a aquella época de inocencia e ignorancia en donde lo único que me preocupaba era no perderme mis animes preferidos en la televisión; mis lágrimas eran solo por no poder salir a jugar; cuando con cinco soles me sentía millonario; cuando hacer el ridículo no importaba; cuando el caer no significaba nada ya que sabía cómo levantarme sin dificultad alguna; o cuando el único amor que me importaba era el de mi madre.
A mis 24 años aun tengo miedos, preocupaciones, rencores, desamores, tristezas, risas, locuras, aspiraciones, pero sobre todo dudas. Siento envidia de algunas personas cuando las oigo decir, con tal convicción, lo que quieren en la vida y no les preocupa que el mundo esté en su contra. Yo, en cambio, soy muy razonado, para dar un paso adelante tengo que hacer un estudio FODA para decidir si me conviene o no hacerlo ¿Da resultados? A veces. Contrariamente creo que las cosas muy pensadas no dan resultados, entonces ¿Qué carajos estamos hablando?
Este fin de año me deja muchas preguntas sin resolver en el ámbito personal, amoroso, familiar, laboral y profesional. Solo espero que para el próximo las cosas mejoren (o al menos se mantenga) y no empeoren. Pero sobretodo, espero poder tener un poco más de claridad en mi interrogada vida.
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La vida sería perfecta si puediera tocar la guitarra todo el día.
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