domingo, 18 de mayo de 2014

Sombra de ti

Con el paso de la vida vamos acumulando recuerdos, experiencias, sueños; todo llega a su momento y se va cuando menos te lo esperas. Con el pasar del tiempo las cicatrices se borra, algunas demoran más que otras. Si dejas de tocar la herida, esta sanará cuando menos te des cuenta. Para cuando la vuelvas a tocas, la miraras atónito, y te preguntaras ¿Cómo mierda me hice esto?

1
Últimamente he estado tan ocupado que no tengo tiempo para pensar en nada. Mi padre reniega constantemente porque me ando olvidando de muchas cosas: Dejar el servicio sin lavar, olvidar mi refrigerio para el trabajo, no guardar la comida en el refrigerador, mi ropa tirada y hasta del día en que vivo. Si, como dije últimamente ando olvidando algunas cosas y no se si sea porque ando muy distraído y tensionado con el trabajo o es que estoy desarrollando alguna especie de mal conocido como alzheimer – ¡Horror!–

La tensión es tanta que en las noches me levanto cada dos horas aproximadamente. Sin razón ni motivo. Me levanto agitado, acelerado, tensionado. Pocas son las noches en que logro conciliar el sueño y si lo hago, tengo bizarros sueños que involucran personajes de mi entorno que ya no están en este mundo o que no tengo contacto en tiempo. Es raro. Es como si mi cerebro jugara con mis recuerdos y los mezclara en mi mente, sacudiéndola como cuando uno trata de adivinar que hay en una caja.

Uno de mis últimos sueños fue con uno de mis primeros amores: “M”. No sé porque ni a que vienen sus recuerdos, su imagen, su voz, su tacto, su todo. Abro los ojos sin moverme de la cama, como un bello durmiente de un largo sueño. Miro el techo y sonrió al recordar lo que había soñado. Sonrío no por felicidad, porque eso es lo menos que “M” hizo florecer en mi, quizás un poco, pero suelo pensar que ese fue el inicio de una vida acechada por la puta y despreciable ingenuidad.

Mi cerebro me toma el pelo y yo piso el palito. Juego un rato con las imágenes que se proyectan en mi mente mientras guardo silencio y continuo chorreado en mi cama. En esta película soy yo quien tiene el control. Yo soy el maldito, el villano, el atorrante, el más vivo de la historia. Soy yo quien le dice “No, tal vez en otro momento” y me baño en sus lágrimas de sufrimiento, con una risa malévola como la de Gabriela Spanic en La Usurpadora. ” JAJAJAJAAAA”. Me aguanto la risa para no soltar una carcajada en medio de la noche por las huevadas que pienso. Satisfecho de mi hazaña, me acomodo en mi cama, abrazo mi almohada, cierro los ojos y vuelvo a dormir.

2
Entre la semana por alguna razón la imagen de “M” vino a mi mente. Recordé que hace unos días había tenido un extraño sueño en el que no saludábamos de lo más normal como si nada hubiera sucedido. Su frescura, aunque sea en mi sueño, me fastidiaba. No podía aguantar su calma, lo que me llevó a pensar ¿Por qué me molesta recordar eso? Resté importancia a mi sueño pero mi mente ignoró mi pedido y me llevó a realizar un remake de nuestra historia.

No recuerdo bien como nos conocimos. Creo que fue en chat, pero no estoy seguro. Solo sé que conectamos rápido, teníamos el mismo gusto en música, las mismas aficiones, teníamos el mismo mes de cumpleaños, nos gustaba salir y sobretodo mandarnos mensajitos cursis. Por aquel entonces nuestro punto de encuentro era el Messenger. Lugar donde yo casi estaba siempre conectado por tener una limitada y casi aburrida vida social.

Cada vez que se conectaba hablábamos de varias cosas. Leer sus dulces palabras me hacían sentir feliz. Me emocionaba como una quinceañera cuando sale a bailar con su padre en su fiesta. Literalmente, saltaba de emoción cada vez que una ventanita ploma con su nombre aparecía en la esquina derecha de mi computador. Si no estábamos en internet nos escribíamos por mensajes de texto. Palabras dulces iban y venían, dibujando en mí las más bobas de las sonrisas que tiene un chibolo cuando esta enamorado ¿enamorado dije? Si, quiero creer que lo estuve.

Una noche salimos al cine a ver una película de terror en 3D. Si terror, harta sangre y violencia era lo que no hacia delirar, no nos iba eso de ver romanticismos ridículos, suficiente eran nuestras cursilerías como para ver ajenas. Bromas iban y venían. Sus intentos fallidos por asustarme resultaban ridículamente adorables. Por un momento, en medio de la oscuridad, y pese a estar con los lentes en 3D, nuestras miradas se cruzaron y por un segundo me pareció ver sus labios en 3D llamando a los míos.

A la salida dimos varias vueltas por Miraflores. Evitamos las avenidas principales porque queríamos se los dueños de las calles y de la noche. Ese momento lo recuerdo muy bien. Solo éramos los dos y lo demás no existía. Llegamos a un parque cerca al mar. Nos sentamos en un muro al borde del acantilado. Su mirada se ponía cachonda, o al menos así me aprecio, y eso me intimidaba  “M” era un par de años mayor que yo así que me llevaba algo de experiencia. Al recordar ese detalle me molestaba ya que yo quería ser quien tuviera la ventaja.

Una proposición de un beso fue lanzada al aire, era la forma perfecta de sellar la noche. Nos miramos y sonreímos tímidamente. Éramos dos locos en medio de la noche que actuaban como vírgenes, a pesar que eso estaba lejos de ser cierto. Había algo en “M” que me hacía sentir como si fuera mi primera vez en una cita. Lo admito, no había tenido muchas por aquel entonces, pero nunca antes me había puesto tan nervioso como aquel día.

La idea del beso de clausura se fue desvaneciendo y más con la llamada de mi madre, quien me preguntaba por donde demonios estaba. Ante ese rochezazo tuvimos que despedirnos. Recuerdo que su mirada lucía calmada y comprensiva. “Otro día será” musitó. Lamentablemente aquel día nunca llegó. Nunca supe si le molestó la llamada de mi vieja u otra cosa más, pero luego de eso nos vimos un par de veces más con una actitud cada vez más indiferente de su parte, para no volvernos a ver jamás. Ahora que lo pienso me alegro no haberle dado aquel beso que pedía con ansias callara su boca.

3
Hoy lunes había salido de la chamba, cansado. Arrastré mi humanidad cinco cuadras para llegar al paradero. Pare el carro y subí en el. Me senté en el asiento del fondo, ese que entran cinco personas, me acomodé y suspiré. “Otro inicio de semana” pensé. Me asqueaba de pensar que tenía a esperar 5 días, 40 horas, 2400 segundos, para mi ingrato descanso. El cálculo resultaba desastroso, me daba dolor de cabeza, así que decidí concentrarme en el paisaje, las personas, el tránsito.

El carro avanzaba a velocidad moderada, poco a poco se iba llenando. El asiento de cinco ya estaba completo y yo me encontraba atrapado en medio de dos voluminosas personas. Era como la lechuga de un pan ciabatta. Casi innecesario y ridículamente invisible. Reste importancia y me concentré en la música que salía de mi móvil. En medio de mi pseudo comodidad, subió un grupo de gente en la avenida Wilson. Entonces vi un rostro que me llamó la atención. Era alguien familiar, alguien que había conocido hace años, y que volvió a traer los recuerdos de ese amor adolescente que dejé ir hace tiempo.

Mi corazón se me paralizó, la mandíbula se me cayó, y mis ojos se pusieron como dos huevos. “santa mierda” pensé. “¿Qué demonios hace aquí?” me pregunté. Entonces su mirada se dirigió al fondo del bus y yo, nervioso, cambie la mirada y fingí escribir un mensaje en mi móvil. “Que no me vea, que no me vea” rogaba a mis adentros y apretando los dientes. Un escalofrío invadió mi cuerpo y me sacudió como un epiléptico sin control, las personas a mi costado notaron mi nerviosismo y disimuladamente, aprovechando un rompe muelle, se alejaron unos centímetros de mi.

Volví a alzar la mirada hacia su persona, se trataba de Jonathan, el mejor amigo de “M”, estaba con un polerón turquesa, unos jeans negro ajustados y desgastados, al igual que sus zapatillas. Consigo llevaba una bolsa que contenían unas impresiones que llevaban por titulo “Riquezas de Nuestro Perú”. “A no jodas…” pensé. “Tu puedes ser cualquier cosa menos un fanático de nuestra cultura” añadí. Rápidamente, por la zona que había abordado el bus, deduje lo que llevaba camuflado. “Esos son posters de Britney Spears, a mi no me engañas pendejo” exclamé en el silencio de mi mente. Puedo cuestionar y afirmar lo que llevaba porque lo conozco o algo así.

“M” una vez me invitó a las reuniones clandestinas de un grupo de personas que se reunían a adorar, compartir y escuchar música de la princesa del pop. Me llampo la curiosidad de su propuesta así que intrigado asistí un par de veces, pero mi interés era en alguien más que Britney Spears.

Recuerdo que en una reunión me presentó a Jonathan, quien muy amablemente respondió mi saludo y que fugazmente me ignoró para dedicarse a las labores del susodicho grupo. Lo que más recuerdo de él es su explicación gráfica sobre un término en una canción de la susodicha llamada “3”. “¿Sabes que es un 3P?” me preguntó. Ante mi rostro que desbordaba ignorancia se puso de pie, jaló a un amigo suyo cerca y se pusieron frente uno al otro. El tipo explicó que 3P eran dos personas paradas y una tercera, agachada, haciéndoles un oral. Ante tal imagen sentí como los ojos se me chorreaban. Parpadee perplejo y atiné a decir “OK”.

Contuve la risa en el bus al recordar eso. “La gente esta cagada del cerebro” pensé. Puse mis ojos sobre Jonathan y me pregunté ¿qué sería de la vida de “M”? No entendía porque todas estas sombras de su persona habían decidido atormentarme justo ahora que estaba “bien”. Sabía que “M” había estado dictando clases en su universidad luego de que se graduara. Lo sé porque stalkee su página de Facebook un tiempo después que nos distanciamos. Al mismo tiempo aquella nostalgia por su recuerdo me mostraba cuanto había cambiado y madurado de aquel entonces hasta ahora. “M” fue uno de mis primeros amores por quien estuve dispuesto a muchas cosas pero a la vez por quien supe lo que es tener el corazón roto por una ilusión. Darse cuenta que solo era utilizado me llevó a las más profundas de las depresiones… pero ese es otro tema que hablaré en otro momento.

Miraba a Jonathan parado en medio del carro y las ganas por ponerme de pie e ir a su encuentro corroían mi sistema. Pero si lo hacia, ¿qué le iba a decir? “¿Te acuerdas de mi?” Que ridículo me sentí por mi poca capacidad de elocuencia. “Quizás el ni me recuerde” pensé. Es decir solo nos vimos un par de veces en las que solo nos dimos el saludo. Pese a ello yo tenia una memoria fotográfica para recordar a las personas por más fugaces que estas fueran en mi vida y odiaba esa parte de mi. Deseaba poder olvidar así de fácil mi pasado, mis errores, mis problemas y sobretodo a mis amores.

El bus poco a poco se fue desocupando. Jonathan se sentó en un asiento de dos de la parte de adelante. Me sentí tentado a sentarme a su lado y ver si es que me recordaba y si lo hacia poder hacerle mi pregunta. ¿Eso significaba que algún sentía algo por “M”? No. Era simple curiosidad creo. Quería saber porque había estado pensando, soñando o topándome con alguien relacionado  a “M”. ¿Era que el destino me estaba tratando de decir algo? ¿Era que “M” estaba pesando en mí también como yo pensaba en su persona? ¿Era esta una oportunidad para sabrá Dios otra exitosa novela mexicana?

No podía más, mi destino de llega estaba cerca y todo parecía indicar que debía hacer lo que había estado pensando por una hora en aquel bus. Apreté el puño, rechine los dientes y un escalofrió volvió a revolotear en mi interior. “Que chucha” pensé. Me puse de pie, mire directamente a su persona desprevenida y di un par de pasos con decisión. Por fin iba a darle un punto final a esta historia o iba a marcar el inicio de un remake. Camine despacio para no caer y me quedé parado justo a la mitad de mi camino. Di un paso hacia atrás, toque el timbre de bajada y descendí del bus. Una risa burlona reverberó en mi mente. Era como si el destino se estuviera burlando de mí por lo que estaba a puto de hacer. Fue entonces que comprendí que lo mejor que pude haber hecho fue dejar a los muertos donde pertenecen en el fondo de un hoyo y olvidados por el tiempo.

[***]

A veces, cuando escucho esta canción me acuerdo del amigo de "M" escenificando, descaradamente, el significado de un 3P. (x.x)
♫ 1, 2, 3 Peter, Paul, and Mary gettin' down with 3P everybody loves countin' ♫




Acerca de Giancarlo
Soy un poliedro lleno de aristas, rincones, luces y sombras...
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