miércoles, 25 de diciembre de 2013

Aquella navidad

Aquella noche era la tan esperada. Una noche que alimenta la ilusión de cualquier niño y, por qué no, de algún otro adulto. También fue la noche en que decidí liberar algunos de mis miedos y tabúes. Tan solo un deseo de una noche que al ver que quería hacerse constante decidí huir.

El reloj marcaba más de la media noche. La invitación estaba hecha y algo en mi me decía que la rechazara pero mi partido, ardido y adrenalinico corazón hizo que aceptara. Su sonrisa se dibujo en mi mente al decirle que iba a ir a su encuentro y un escalofrío invadió mi cuerpo.

Fui recibido con un gran abrazo y una sonrisa que podía encender toda la calle. Al entrar en la oscura habitación casi no pude divisar mucho, excepto el pesebre que estaba ligeramente iluminado. Me senté en un sillón cerca ed aquel lugar iluminado y conversamos amenamente. Su atención era increíble y su mirada intensa, la mitad en la sombras y la otra en la luz. Aquel contraste me permitia ver sus oscuros deseos tras esa angelical mirada.

Sirvió una copa de vino, la cual me relajo para luego desinhibir mis sentidos después de acabar la botella. Gestos afectuosos y demasiada atención me hacía sentir bien pero a la vez me aterrorizaba. Poco a poco sus manos fueron buscando algún pretexto para aproximarse hacia mí. Yo queria alejarme pero mi busqueda de afecto me llevo a no poner un freno a dicho acontecimiento. Un abrazo innecesario en el momento exacto de mi monologo fue la gota que rebalso el vaso. Lo siguiente que recuerdo es su lengua recorriendo mi garganta buscando refugio.

Aquella noche se había cumplido un deseo, aunque no era el mío, pero que lamente haberlo dado. Su lengua exploraba mi boca de forma experta. La mía tímidamente acariciaba la suya para terminar alcanzando su salvaje ritmo. Su boca me deseaba con una pasion indescriptible. Por momentos descansábamos y luego volvíamos a la misma danza erótica. Nuestras ciegas pero traviesas manos recorrían nuestros cuerpos. Dibujando cada detalle, cada luz y cada sombra.

Su sonrisa era hermosa. Estaba feliz por haber cumplido su objetivo. Yo sonreia condescendientemente. El futuro parecia brillante. Los planes por su parte empezaron a surgir. Yo empece a temer. Queria que no dijera nada asi que le robe un beso. La noche continuo y nuestras baterias parecian no agotarse. Sus brazos rodearon mi espalda, aferrandose a ella como si de eso dependiera su vida. El alcohol se iba drenando de mi cuerpo y  la culpa empezaba a asomarse.

Poco a poco la claridad del día fue mostrándome el error que había cometido. El remordimiento y la cólera me invadían. Esa navidad había cometido un error. Lo sabía, lo sentía y lo lamentaba. Era el culpable de haberle creado un mundo de fantasías a alguien por quien no me sentía de la misma manera en la que posiblemente aquella persona se sentía por mí. ¿Me había aprovechado? Honestamente no lo veo de esa forma. Solo habia sido la persona equivocada en el momento equivocado que tuvo que pagar los platos rotos de alguien más.

La boca me dolía, mi lengua estaba seca y mis ánimos por los suelos. Salí de aquella casa peor de cómo había ingresado. Mi mente estaba analizando un plan de escape mientras a lo lejos escuchaba su melódica voz hablando sobre su trabajo, la radio y la entrevista que había tenido hacia algunos días. Ansiaba tanto que yo estuviera a su lado para siempre que no paraba de repetirlo. Su confianza en mi era abrumadora. Todo parecía perfecto en su mundo. Todo menos yo. Yo iba a arruinar su navidad, su estado de felicidad y seguridad.

Aquella navidad fue la peor de todas. Robe el espíritu de alguien feliz para convertirla en un grinch. Desde aquella navidad hasta ahora sigo pagando los platos rotos de mi estúpida decisión. El karma… Oh el tan delicioso e inesperado karma se aseguro de que yo pagara por lo de aquella noche. Acepte dicho castigo porque sé que no soy un ángel pero tampoco un demonio, solo un ser humano joven, imperfecto y predestinado a cometer errores pero que aprende de cada uno de ellos, o al menos eso creo.




Acerca de Giancarlo
Soy un poliedro lleno de aristas, rincones, luces y sombras...
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