No es secreto que exista un grupito de resentidos sociales que critiquen todo lo que pasa en el país y a sus diversos personajes, entre ellos al actual ministro de Interior, Daniel Urresti, quien al margen de las criticas en su contra demuestra más eficiencia que muchos de sus antecesores que vivían de sueños efímeros y confundieron la frase “hay que hacer” con “hay que florear un poco a estos huevertos para apaciguar las aguas”, mientras que la criminalidad poco a poco se iba sentando en nuestras mesas a tomar cafecito con galletas de mantequilla.
Cuando hay la oportunidad hay que aprovecharla. Es así que hoy la Policía Nacional, en trabajo conjunto con autoridades internacionales (imagínense), logró intervenir a este sujeto que, hábil de mente pero no para un buen fin, creo una red de corrupción que perjudicó a varias entidades del Estado y a inmumerables empresarios. Esta es una captura que genera más preguntas que respuestas, ya que ahora el cuestionado empresario deberá responder cómo es que logró perforar sin remordimiento alguno cuanta institución gubernamental se le apareció en frente, como un perro arrecho que encuentra a su siguiente victima. Logrando así construir un gigantesco imperio a base de sangre, sudor y lágrimas; aunque precisamente no la suya, al estilo del tío Montesinos. ¿Es que no aprendimos nada de ello? ¿Nuestro sistema es tan violable? ¿Tendremos oportunidades de ejercer un mejor control interno? Solo el tiempo lo dirá...
Dejando mezquindades de lado, este es otro trabajo destacable que merece las felicitaciones del caso. Todo esfuerzo en contra de la corrupción, la comercialización de droga, o cualquier otro flagelo que azota nuestra sociedad debe ser saludado, apoyado, imitado y mejorado. Ahora solo es cuestión de tiempo para que las cabezas implicadas en esta nueva historia que opaca a nuestro país empiecen a rodar.
Puede que el ministro del Interior no sea un diplomático ‘A1’ o un gran orador
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