miércoles, 17 de septiembre de 2014

Prejuicios que discriminan

Es cierto que las personas tienen prejuicios, estos muchas veces nos previenen de pasar por momentos desagradables o nos advierten de algún peligro. Los prejuicios normalmente se basan en experiencias pasadas o en estereotipos que la sociedad genera, pero ¿en qué momento estos pensamientos preconcebidos pierden su significado para convertirse en discriminación?

“Ese tipo tiene cara de maleante”, “esa flaca parece sobrada”, “mi jefe debe ser un maldito porque siempre alza la voz a sus empleados”, “a esa chica le debo gustar porque mi mira constantemente”, “ese flaco debe ser gay porque usa ropa entallada y colorida”, “esos dos deben ser pareja porque andan hablando mucho”, “esa joven debe ser una aprovechadora porque sale con un hombre tan mayor”, “ese feo debe tener plata seguro por eso sale con una joven tan hermosa”, “todos los políticos son ladrones”, “su apariencia no me asegura su capacidad como profesional”; en fin estamos llenos de prejuicios que van desde lo físico hasta los emocionales; y yo no he sido ajeno a ellos ya que he creado algunos en mi mente. Sin embargo, normalmente termino llendome de cara al suelo porque descubro que mi percepción de la realidad era lo más alejado a un concepto acertado.

Es así como le pasó a un amigo el último fin de semana, en donde los prejuicios infundados pasaron esa delgada línea que separa los juicios a priori de la violencia pasiva de la discriminación.

Piero es un chico de unos veintitantos años, delgado, de mediana estatura y de raza morena. Esta última característica de su físico parece ser que no fue bien visto por algunas personas que terminaron expresaron su rechazo hacia él. Crearon ideas infundadas diciendo que se trataba de un "choro" y tal cual niñas engreidas se alejaron de él. Si hubieran podido hubiera llamado a seguridad del Estado para que lo retiraran del lugar. Ugh. Eso hizo hervir mi sangre y la de mis demás amigos quienes dejamos en claro los derechos de Piero.

No sé si una mejor educación en los colegios o la infinidad de campañas de concientización ayuden a erradicar este mal que acecha a varios países desde los más desarrollados hasta los que no lo son. Una enfermedad que retrasa y corroe el crecimiento de una sociedad que a vista y paciencia es igualitaria pero que la escasez de sesos genera estas brechas entre nosotros mismo. Hay que resaltar que ninguna clase de discriminación es aceptable. Por ello, me resulta extraño e indignante ver como en un país que se jacta de ser cada día más inclusivo, exista una tira de desadaptados que crean separatismo entre nosotros mismos, y más bien que deberían ser ellos los discriminados por la humanidad, sin embargo con ellos entraríamos en lo contradictorio de lo que significa ser una sociedad inclusiva.

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Acerca de Giancarlo
Soy un poliedro lleno de aristas, rincones, luces y sombras...
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