sábado, 20 de abril de 2013

Anatomía según Cristina (Prólogo)

Cuando Cristina llego al hospital no era más que una simple interna. Sus conocimientos de medicina se basaban en los libros y en su experiencia universitaria. Jamás había estado en un hospital antes. Sin embargo, su apetito incontrolable por conocer más sobre la medicina la llevaban a tratar de involucrarse en todos los casos posibles para nutrir su cerebro de información.
Además de ser competitiva, ambiciosa e inteligente, demostraba, interiormente, algunas debilidades, miedos e inseguridades pero esa parte era opacada por su exterior apático, frío y sarcástico. Eso le permitía no involucrarse mucho con nadie, y así nunca salir herida de nada.

El primer corte es el más profundo.

Como parte de los estudios de todo interno, estos son asignados a un especialista; deben rotar entre ellos para aprender las diferentes especialidades que hay en medicina y, obviamente, dedicarse a una de ellas en el futuro. En una de esas rondas, Cristina compartió un caso con el  jefe de cardiología, Dr. Burke, quien tenía un complejo de Dios y era tan egoísta que solo se preocupaba por sí mismo.

No había ningún signo de empatía por ninguna parte. El Dr. Burke era serio y directo en las órdenes que daba a sus internos. No bromeaba o sonreía porque sabía que tenía que marcar una línea de distancia. Aun así, el espíritu impetuoso de Cristina, el cual mostró desde un comienzo, lo había cautivado. La personalidad de Cristina le parecía interesante, exquisita y quemaba su curiosidad por saber más de ella, pero ¿hasta que punto?

Botón de autodestrucción.

Cristina empezó a perderse poco a poco en las redes confusas del Dr. Burke. La admiración que sentía por él, empezó a transformar en algo que le costaba entender y admitir. La confianza que empezó a emerger entre ambos los llevo compartir indirectas y coqueteos, los cuales se hacían más y más seguidos, pero siempre guardando un perfil bajo ante los demás, ya que en términos simples ella era una interna (alumna) y él un especialista (maestro) y eso podía perjudicar ambas carreras.

La ambición de Cristina por ser la mejor, hizo que pensara fríamente y decidiera alejarse del Dr. Burke, quien no aceptaba un no por respuesta e insistía en buscarla, verla y saber de ella. Tanta insistencia hizo que Cristina se preguntara hasta que punto era bueno mantener esa “relación”. Aun así, decidió mostrar su lado vulnerable y humano ya que, por alguna bizarra razón, confiaba en él sin importar cuán nocivo resultara todo eso.

Ganando una batalla, perdiendo una guerra.

Las salidas y los encuentros se hicieron frecuentes. Ante los ojos ajenos era ya obvio lo que sucedía, aunque en realidad no había nada definido porque Cristina odiaba las etiquetas y sobretodo saber que dependía de alguien. Eso era un pensamiento aterrador para ella, quien amaba ser libre como un ave para volar a donde quisiera. Sin embargo, esta “no definida relación” resultaba interesante para ambas partes.

Sin dejar de lado ansias por ser una mejor doctora, Cristina empezó a compartir más horarios de quirófano con el Dr. Burke quien, a pesar de tener más confianza con Cristina, no mostraba una confianza plena en ella. Esto hizo que Cristina empezara a desconfiar de él. Al volverse la desconfianza mutua llevo a que todo terminara. No más horas en el quirófano, no más momentos íntimos y sobretodo no más Dr. Burke.


Gracias por lo recuerdos.

Cristina era una triunfadora pero había perdido una guerra, la cual se rehusaba a admitir. Odiaba la sensación vacía que le había quedado, pero no era el hecho de quedarse sola lo que más odiaba, sino el hecho que había cambiado por otra persona, lo cual no entendía en qué momento sucedió.

¿Qué hizo entonces? Tomo todos los conocimientos que obtuvo, tanto a nivel profesional como personal, y los enfoco en ella misma. Cada lección que el Dr. Burke le dio, fueron sus cimientos para dedicarse a la especialidad de cardiología. Aquella que la llevo a experimentar muchas cosas. Quizás todo lo que vivió con él influía, en un mínimo porcentaje, en su decisión, pero esta vez estaba segura que lo hacía por ella y no iba a dejar que nadie vuelva a quitarle esa parte de su esencia otra vez.



Acerca de Giancarlo
Soy un poliedro lleno de aristas, rincones, luces y sombras...
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1 comentarios :

Anónimo dijo...

Saludos muy buen blog , te ánimo al intercambio de links

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